Ir al contenido principal

Pequeña gran revolución

La vida está tranquila, sin mucho alboroto, recorriendo una línea recta, sin una marea demasiado revuelta. Se puede decir que... Como volando en el avión sin turbulencias disfrutando del paisaje que las nubes te han dejado ver al apartarse. Aprovechando ese momento. Qué bonita la vida, ¿no? - piensas- Y, de repente, te viene esa canción de Dani Martín que tantas veces has reproducido en tu smartphone, o no, pero que seguro has escuchado en alguna emisora de radio. Pero es demasiado bonita para ser real y no te lo crees.

No puede ser que todo vaya tan genial, que los problemas sean tan minúsculos, que no tengas rompederos de cabeza. No puede ser, algo tiene que ir mal, es imposible vivir bien. Y como no eres capaz de disfrutar este período de calma, buscas lo que llevabas tiempo deseando que desapareciera. Y ¡tachán! truco de magia realizado con éxito. Vuelta a las rayadas, como en la plena adolescencia; vuelta a las noches en vela, vuelta a complicarnos la vida. Y es que parece que jamás vamos a aprender, que siempre necesitamos tener algún conflicto interno, con nosotros mismos sobretodo, para poder vivir pero sin poder al mismo tiempo, porque lo que sea nos está matando por dentro. Olvidamos la canción de Dani Martín para ponernos a escuchar  aquella canción que nos remueve por dentro haciéndonos recordar rachas de buceo o simplemente empeorando la situación. Situación la cual ni siquiera tiene una explicación lógica, sino la vives porque así lo has querido. O tu mente lo ha mandado. O el momento por el que pasas. A lo mejor te tocaba estar así de nuevo, con esos altibajos. O te ha tocado vivir un golpe duro, vete a saber el origen, pero joder, ¿por qué a mí? - como siempre se piensa sin avanzar, estancándonos aquí -

Una amanecer más, suena el despertador, levántate, lávate la cara, vístete, chútate un buen café, sube la persiana, mirada al cielo... Empieza el día, un día de mierda, como canta Sidonie, y todo porque te empeñas en salir con esa mentalidad de casa (porque así lo marca este período) camino a clase, al curro, o donde sea que vivas tu rutina diaria, lugar donde el día se te hace extremadamente eterno, sólo deseas que llegue la hora de salida para pirarte a casa de nuevo y encerrarte en tu burbuja con la música a tope y desconcentrándote de lo que tienes que hacer porque eres incapaz de parar de darle vueltas y vueltas a la cabeza. Todo es negro, a pesar de que reluce la luz del sol fuera llamándote a gritos para que salgas a tomar unas cerves al centro con tus amigos, como bien te piden por WhatsApp. Pero al principio piensas que para qué, no te apetece, todo está mal, y al final, tanto insistir por parte de ellos y para que se callen, acabas cediendo y sales, te ríes como si te pasaras los días haciéndolo pero tú sabes que no es así, aunque te gusta. Te pone este justo momento en el que las pajas mentales desaparecen y la cerveza empieza a hacer efecto.

Así puedes pasar fácilmente semanas, o incluso meses, hasta qué, de repente, pasa algo en tu vida. Algo que te activa y hace que levantes la cabeza de lo que estás haciendo y lo abandones para investigar qué es. Te sientes bien, pleno, feliz, con ganas, ilusionado, enérgico y te aferras a esta sensación tan placentera. No sabes de dónde viene, pero te encanta. Quizás tenga algo que ver aquella salida improvisada con tus amigos a la que tanto te negaste, y ahora mira, cambiando lágrimas por bailes. Lo que dure, lo vives al máximo. Y te enamoras, locamente, como nunca antes te habías enamorado de aquella persona con la que intercambiaste miradas después del tercer tercio aquella famosa tarde. Qué nube tan cómoda la del enamoramiento, ¿verdad? Pero cuánto duele cuando ésta se desvanece sin avisar y caes en picado al vacío. ¿Y ahora qué? ¿Qué hacemos? Vuelves a tu burbuja. A esa burbuja que tanto cuesta destruir pero qué poco en volverla a construir. Pues nada, ya estás aquí otra vez - te dices a ti mismo.-

"Qué poco ha durado ese éxtasis. Y vuelta a empezar. Qué bucle de vida. ¡Vaya mierda! No me vuelvo a enamorar" es lo mínimo que te llegas a decir en esta situación. Ahora el amor es tu mayor enemigo. Y piensas que nada puede cambiar. Y te hartas de leer mensajes de desamor, amor, desamor, amor en las redes sociales. Canciones que te recuerdan a esa persona que tan poco merece que te la recuerden, pero lo hacen. Qué hijo o hija de puta, quién me mandó a mí a empezar una relación... A todas horas pasan por tu mente las mismas expresiones. Qué horror. Qué mal. Me meto en mi burbuja de nuevo.

Vuelta a empezar. Todo gris, mierda de rutina, quiero volver a casa ya. No quiero cañas, o sí, entonces salgo cada noche y me emborracho como si no hubiese mañana, como si de verdad el alcohol curara heridas. Que lo hace, pero no exactamente el que nos bebemos. Todo para qué, para que al día siguiente no te puedas ni mover de la cama del dolor de cabeza que tienes y ya, para qué queremos más, dolor de cabeza, bajón post-borrachera... Vuelta a empezar con esa persona dando vueltas en tu cabeza. Parece que sólo se te curó esas tres horas de ebriedad.

No me pienso enamorar más, hasta que hacen que te enamores, pero tienes miedo de que te vuelva a ocurrir lo que hace un año viviste. Empiezas con cuidado, cada vez te gusta más, la conoces bien, estás a gusto. Joder, qué maravilla - piensas. - Y es que la clave está en esa persona que es capaz de revolucionarte la vida. Avanzas rápido, ya sin miedo. Estás centrado en la vida de ahora, ni si quiera te acuerdas de lo de antes y si lo haces es para reírte o, incluso, aprender, porqué no. Qué bonita la vida, el viaje vuelve a ser tranquilo, sin turbulencias, la marea calmada. Es primavera, y quizás la mejor primavera de mi vida.

Y a partir de aquí, qué. Y si no llegas aquí, qué. Y si se vuelve a acabar, qué.
Pues ya te digo yo que, metido en tu burbuja, nadie se acercará a darte la bienvenida como pequeña gran revolución. Porque sí, tú también puedes revolucionar la vida de alguien. Hasta entonces, ten claro que la vida son momentos, momentos que se desvanecen y no vuelven. Aprovecha, nunca sabes qué tienen detrás. ¿Y si es la revolución? Adelante, pasa.

Comentarios

Entradas populares de este blog

¿Por qué ser feliz?

Tener o no tener, hacer o no hacer, saber o no saber. Siempre tenemos algún motivo para tener, hacer o saber lo que queremos, por mucho que pensemos que no.  Muchas veces he creído no tenerlo, pero siempre he tenido a ciertas personas que me dan una razón por la que ser yo, un motivo por el cual no cambiar. Muchas veces pensé que gente que ahora no está sí que estaría, pero la verdad es que no me arrepiento de qué se hayan ido ya que soy feliz con lo que tengo y no necesito a aquella gente por la que he pasado mil historias. ¿Por qué ser feliz? No solamente por mí, sino por la gente que tengo a mí alrededor, porque quiero poder sacar una sonrisa a la gente que me importa. Desde hace un tiempo he hecho mil cosas mal y otras mil peor, y todo por no saber que quiero, supongo que ahora si lo sé y porque, y también supongo que aquellos errores sirven para ahora. Por una parte querría que todo aquello no tuviera un sentido en mi vida, ya que miro hacia atrás y solo veo negro. Recu

El amor en épocas turbias

Las expectativas duelen, hacen daño. La falta de ellas, sanan y te dejan vivir. Os lo digo yo que desde que decidí no ponérmelas, he encontrado hasta el amor. El amor hacia mi propia persona, el amor hacia lo más simple, el amor hacia un día a día, el amor hacia quien lo merece, el amor hacia lo común, el amor hacia, incluso, lo que jode. El amor. En general.  Estamos acostumbrados a vivir pensando que el amor está aprendido, como si hubiese nacido en nosotros de forma innata. Un amor dormido que se despierta cuando alguna situación de nuestra vida le activa la alarma. Es por ello que cada persona tiene su propio concepto del amor, su propia simbiosis, su propia relación y su propia manera de vivirlo. Cada uno pone límites y fronteras, hay quienes se las quitan. Pero, ¿sabéis algo importante? Desde pequeños nos dicen que no siempre te vas a poder dedicar a lo que más te gusta, o al menos al principio de tu trayectoria laboral, y a veces no les falta razón. Lo mismo pasa con el

Sólo quedan palabras

Cuida a aquellas personas que estuvieron ahí desde el principio, ofreciéndote lo mejor de si y sin pedir ni esperar nada a cambio para que cuando los cuatro de ahora se cansen, te hayan sacado todo y se vayan, sigas teniendo a los que de verdad les importas.  No te dejes llevar por el primer piropo que te lancen, al fin y a cabo las palabras se las lleva el viento y lo que importa son los actos. No les pierdas, ya que cuando todos te abandonen los únicos que quedarán serán ellos, los del principio, y si les pierdes será demasiado tarde para buscarles. "Nadie sabe lo que tiene hasta que lo pierde" , por eso mismo, conócelo antes de arrepentirte de no tenerles.